14 de Sandalfón de 1790 —Un catastrófico fenómeno meteorológico, ahora designado como el «Azote Íblico», ha engullido los Sheijatos de Albedo en el Califato Uróboros [1]. No se trata de una ocurrencia natural: la tormenta es un vórtice ciclónico de aire sobrecalentado, llamas tangibles y polvo tóxico. Los informes indican que el fenómeno supone una amenaza existencial para la población y la infraestructura, lo que ha motivado la emisión inmediata de una alerta de seguridad pública y de prevención de desastres en toda la región.
El Azote Íblico: un vórtice ciclónico antinatural de aire sobrecalentado, llamas tangibles y polvo tóxico (Crédito: Kenomitian).
Se está considerando declarar el estado de emergencia en los Sheijatos de Albedo. El Azote Íblico, que apareció sin previo aviso, ha interrumpido todos los sistemas convencionales. Las temperaturas del núcleo de la tormenta superan con creces los umbrales letales, y su composición está causando una asfixia generalizada y sin precedentes, incluso entre quienes se hallan en estructuras fortificadas. Las primeras observaciones sugieren una peligrosa fusión de elementos naturales con fuerzas arcanas.
Más Allá de las Palabras Escritas
Se espera que el Califa, Shahanshah, Padishá y Sultán de Sultanes, Dânêl, emita de manera inminente una directiva formal a la población del Uróboros. La sociedad tradicionalista y Dieselpunk del Califato afronta ahora una crisis que pone a prueba tanto su resiliencia tecnológica como sus profundas convicciones religiosas, pues se cree que el origen de la tormenta trasciende el ámbito mortal.
Se espera que el califa Dânêl emita una directiva formal a una población que afronta una crisis que pone a prueba tanto la tecnología como la fe (Crédito: Kenomitian).
El Azote Íblico es un fenómeno que desafía cualquier explicación de la meteorología mundana. Los sensores sobre el terreno han registrado una firma energética antinatural en el interior del vórtice, compatible con una brecha en los límites cosmológicos. Se cree que la tormenta constituye una intersección interplanaria temporal, donde elementos de otros planos de existencia «sangran» hacia Kenoma. La toxicidad del aire y el acre olor a azufre y humo apuntan a una conexión con la «Tierra del Azufre» de Moloch (el Averno) o con la «pagoda de gases venenosos» de Azazel (Tamag), una teoría que gana adeptos entre los eruditos taumatúrgicos.
El rasgo más aterrador de la tormenta es la presencia de fuego sólido y tangible, que aparece como ascuas y partículas ardientes suspendidas en las nubes de polvo. Se trataría de una manifestación directa de la Magia Roja de la Piromancia. Otra explicación posible es la creación de Elementales —un aspecto de la Magia Negra—, en cuyo caso la tormenta misma sería un elemental viviente de poder inmenso. Estas propiedades sobrenaturales son las que vuelven tan letal al fenómeno, pues no solo quema, sino que además consume la propia energía que sostiene la vida.
La faceta más aterradora de la tormenta: fuego tangible y sólido, manifestación de la Magia Roja de la Piromancia (Crédito: Kenomitian).
El efecto de la tormenta sobre la población es tanto físico como psicológico. El calor asfixiante y los gases tóxicos están provocando víctimas con rapidez entre quienes quedaron a la intemperie. El mero terror de una tormenta que respira fuego y envenena el aire ha sumido a la ciudadanía en el pánico, colapsando las comunicaciones y multiplicando las llamadas a la intervención de los líderes religiosos.
Los ciudadanos de Albedo están en pánico: el calor asfixiante y los gases tóxicos provocan víctimas con rapidez (Crédito: Kenomitian).
La crisis ha puesto bajo intenso escrutinio al liderazgo del Califato Uróboros. En su papel de máxima autoridad religiosa y política, la respuesta del Califa Dânêl marcará el relato del suceso. Muchos ciudadanos altifanistas interpretan el azote como una prueba de fe, un examen divino orquestado por los Serafines de Cthugha [2]. Esta lectura enmarca el sufrimiento como una forma de purificación.
Por el contrario, otras facciones dentro del Califato temen que se trate de un signo de influencia diabólica, un castigo de Molochh [3] o de Azazel [4] por alguna transgresión desconocida. Esta divergencia doctrinal es una preocupación geopolítica de primer orden, pues distintas interpretaciones podrían desembocar en conflictos internos o en llamados a actos religiosos de apaciguamiento drásticos —y potencialmente violentos—. La fe unificada del Califato se ve desafiada por un suceso que parece encarnar a los mismos demonios que tolera.
Declaraciones oficiales y directrices de seguridad
Una emisión de emergencia del gobierno del Califato fue transmitida a todos los centros de comunicación aún operativos en Albedo. El mensaje, leído por un alto funcionario, hizo hincapié en la prudencia y el cumplimiento estricto de las órdenes:
Una emisión de emergencia insta a los ciudadanos a permanecer en casa y sellar sus viviendas, advirtiendo de que la tormenta es una “fuerza de poder sobrenatural” (Crédito: Kenomitian).
«Este evento meteorológico no tiene precedentes. Los ciudadanos deben comprender la gravedad de la situación. La tormenta no es solo viento y arena; es una fuerza de poder sobrenatural. Interactuar con ella es afrontar una muerte segura. Permanezcan en el interior. Sellen puertas y ventanas. No intenten salir bajo ninguna circunstancia. Esperen nuevas instrucciones. Su seguridad y su supervivencia son nuestra prioridad absoluta».
La emisión incluyó además una orden para que todas las instalaciones impulsadas por diésel detuvieran las operaciones no esenciales a fin de conservar recursos. Los ingenieros intentan estabilizar las redes eléctricas que dependen de Ramiel y Arakiel, pero el calor extremo está provocando fallos generalizados.
El Azote Íblico ya ha causado daños extensos en la infraestructura Dieselpunk de la región. Edificios chamuscados, vehículos derretidos y líneas de comunicación cortadas son, por ahora, el balance visible. La naturaleza caótica de la tormenta dificulta la evaluación de daños, pero las estimaciones preliminares apuntan a pérdidas catastróficas. También preocupan las consecuencias medioambientales a largo plazo: el paisaje podría quedar inhabitable por los residuos tóxicos y mágicos que deje a su paso.
El Azote Íblico ya ha causado daños extensos a la infraestructura dieselpunk de la región, dejando a su paso edificios carbonizados y vehículos derretidos (Crédito: Kenomitian).
La trayectoria de la tormenta es errática, con un movimiento ciclónico que complica cualquier predicción. A medida que evoluciona la crisis, la prioridad sigue siendo la supervivencia inmediata de la población y la estabilidad a largo plazo del Califato Uróboros. El suceso es un recordatorio sombrío de la delgada línea que separa lo natural de lo sobrenatural en Kenoma y de la vigilancia constante que exige este mundo volátil.
Notas extraídas del Compendio Kenomita
[1] Califato Uróboros: teocracia Diesel Punk y extremadamente tradicionalista; en la que un millar de tribus, linajes y civilizaciones se someten a las llamas del ángel Dânêl: Califa, Shahanshah, Padishah y Sultán de Sultanes. Está dividido en siete regiones: el Sultanato de Nigredo, los Jequenatos de Albedo, el Malikato de Citrinitas, el Shahnato de Rubedo, los Emiratos de Rebis, las Taifas de Arcandam (colonias extradimensionales), y el Buraqato de Ishraq (colonias extra-planetarias).
Instantánea del Califato Uróboros (Credit: Kenomitian). Saber más.
[2] Serafines: Avatares de Cthugha: columnas de fuego, rodeadas de alas mecánicas hechas de oro, que pueden manipular a los títeres dispuestos exponiéndolos a su resplandor.
Serafines: Avatares de Cthugha (Crédito: Kenomitian)
[3] Moloch, Diablo de los Incendios—Siniestro, Tocado por el Fuego, el Conquistador Ardiente, gobierna la llama destructora. Aparece como un Gigantopithecus de lava con cabeza de uro rubí y ocho alas serpenteantes de fuego sin humo. Despótico, sádico y pirómano, comanda Shārāp Me’ōpêp: fuentes de aceite fétidas con ojos rubí que escupen fuego, vomitan lava y simulan carne quemada. Reina sobre la Tierra del Azufre (volcanes, ríos de lava, lluvia de fuego, ceniza), habitando en un lago de fuego conectado por charcas de lava a Baal-al-Balab, Enthymēsis, Beulah, Tohu y el resto de Tikun.
Moloch, Diablo de los Incendios (Crédito: Kenomitian)
[4] Azazel, Diablesa de la Contaminación—también llamada Nociva, Nimbo Tóxico, Reina Asfixiante y Ensuciadora de los Cielos— encarna el smog y la corrupción. Aparece como una nube de humo venenoso con la forma de una mujer murciélago demacrada: cabeza de buitre de ópalo arriba, cuerpo de medusa caja abajo. Avariciosa, intrusiva y psicóticamente egoísta, se deleita con el sabor de la flema, la «música» de la tos de la peste y el sabor de los pulmones marchitos. Sus demonios Ziz son nubes de humo de ópalo que pueden habitar cadáveres, y su bastión —la pagoda de gas de las Cien Nubes, del tamaño de una luna, sobre un río tóxico— se conecta mediante muros de niebla con Dijing, Enthymēsis, Beulah, Tohu y el resto de Tikun.
Azazel, Diablesa de la Contaminación (Crédito: Kenomitian)







