6 de Cebrail de 1790 — En Miyako, del Imperio Gaotiano, el astrólogo Satoru Kirijima ha reavivado un debate larvado desde hace décadas: ¿las mismas estrellas que moldean la vía mágica de un mago también encadenan su destino? A medida que la sociedad se apoya cada vez más en el Horóscopo Oficial, cuestiones de libre albedrío, movilidad social y discriminación han saltado al primer plano del debate kenomita.
Un solitario astrólogo, Satoru Kirijima, reaviva el debate sobre si las estrellas realmente atan el destino de un mago (Crédito: Kenomitian).
Contexto
El Gremio Imperial de Astrólogos de Miyako se reunió para publicar directrices actualizadas sobre la aplicación del Horóscopo Oficial. El documento, concebido para orientar a gremios y academias en la creación de “canteras de talento”, desató polémica inmediata al reafirmar el vínculo determinista entre las estrellas natales y el poder mágico.
El Horóscopo se remonta a Abraxas, el Demiurgo Etérico, que inscribió trece constelaciones en los cielos para otorgar a los thera sendos Kochos hanefesh —«Vías de la Magia». Combinadas con los niveles lunares de Pardes, estas señales no solo perfilan la disciplina mágica individual, sino también su potencial máximo. Los críticos sostienen que el sistema impone un destino al nacer, estrecha oportunidades vitales y refuerza jerarquías.
Desarrollo de los hechos: Los signos estelares como plano mágico
Todo mago en Kenoma nace bajo uno de trece signos, alineados con una disciplina. La Sýnesis de Cetus otorga Logomancia; la Sýncrasis de Lepus, Piromancia; y la Míxis de Vulpecula, Mesmerismo. De Gastromantes de Hedone a Nigromantes de Theletus, el Horóscopo dicta la afinidad elemental del mago antes incluso de su primer conjuro.
Las trece constelaciones de Kenoma, cada una un plano mágico para todo mago, trazan una ruta de poder predeterminado (Crédito: Kenomitian).
Universo Kenomita: Signos Estelares: Vea el Vídeo en Youtube
Los niveles Pardes agravan la cuestión. Un mago nacido bajo eclipses alcanza la rara categoría Partzufim —potencial Archimágico pleno—, mientras que quienes nacen en fases crecientes quedan a menudo confinados al humilde rango Peshat. Las estadísticas oficiales sitúan al 40 % de la población en Peshat, con solo un 1 % alcanzando Partzufim. Para muchos, la distribución se asemeja a un sistema de castas escrito en el cielo.
«No es simple adivinación: es identidad», explicó Kirijima en Miyako. «Desde el nacimiento, un mago lleva el sello de su constelación. Negarlo es negar el orden de Abraxas. Pero aceptarlo a ciegas es encadenarse a los cielos».
Voces de coerción y de empoderamiento
Entrevistas por todo Miyako revelan el peso psicológico del determinismo astrológico. Una joven Gastromante nacida en Peshat describió su lucha: «Mi estrella me hace la Boca. Todo el mundo espera que sea una devoradora, una dadora de alimento a otros. En la Scholomance [1] ni me consideraron para los estudios de élite. Sentí que el cielo ya había elegido mi techo».
Una joven Gastromante, definida por su signo estelar “Maw”, afronta aislamiento social e institucional en la elitista Scholomance (Crédito: Kenomitian).
Otros, en cambio, encuentran un impulso. Un Piromante nacido en Sod, del signo Lepus, celebró su trayectoria: «Las estrellas me dieron fuego, y el fuego me dio el mando. Sin ese alineamiento, no sería capitán de la Guardia del Emperador. Doy gracias a los cielos por mi senda».
Estos contrastes subrayan la doble cara del Horóscopo: destino como carga para unos, don para otros.
Astrólogos y taumaturgos moldean la sociedad
Astrólogos como Kirijima actúan no solo como intérpretes de las estrellas, sino como orientadores profesionales, guiando a las familias sobre qué caminos incentivar en sus hijos. Los taumaturgos refuerzan este marco al vincular las prácticas rituales y la instrucción con el signo natal. Juntos sostienen una estructura de expectativas que se perpetúa a sí misma.
«Cuando la sociedad trata el Horóscopo como verdad, la gente crece “hacia” sus signos», afirma Kirijima. «No solo los cielos, también la creencia los moldea». Es lo que los alienistas llaman efectos de bucle: profecías que se cumplen por refuerzo conductual.
Educación y estratificación
El Horóscopo rige la entrada en la Scholomance, academia de élite del imperio. Solo candidatos Sod y Partzufim —junto con ciertos néfilim favorecidos— son admitidos a los doce años. Esta política asegura que la aristocracia mágica se reproduzca generación tras generación. Los niños nacidos en Peshat, por talentosos que sean, encuentran las puertas cerradas.
Las puertas de la Scholomance, cerradas para todos salvo la aristocracia mágica, garantizan que dicha aristocracia se reproduzca a sí misma (Crédito: Kenomitian).
Las cifras hablan solas: casi todos los Archimagos al servicio del Emperador proceden de los niveles altos de Pardes. Mientras, las familias Peshat quedan relegadas a oficios de alquimia, artesanía de resguardos o trabajos manuales, rara vez ascendiendo a posiciones de poder.
Los críticos trazan paralelos con jerarquías feudales: «El Horóscopo se disfraza de verdad cósmica», observó una académica disidente del gremio, «pero funciona como un sistema de primogenitura. Nos divide no por voluntad o mérito, sino por accidente lunar».
El debate: destino vs. libre albedrío: Disonancia filosófica
La disputa entre determinismo y agencia personal cala hondo en la sociedad kenomita. ¿Puede el esfuerzo individual sobreponerse al decreto del cielo? El doloroso seder hishtalshelus ofrece una respuesta: a través de trece arduas iniciaciones, un mago puede ascender a niveles superiores de Pardes, aunque el entrenamiento puede durar décadas y conlleva riesgo de colapso corporal.
Esta posibilidad complica el relato determinista. El destino fija el punto de partida; la elección y la perseverancia, quizá, alteran la trayectoria. Pero solo una fracción posee medios o resistencia para intentarlo, dejando a la mayoría atrapada en roles asignados al nacer.
Mediante iniciaciones arduas y temerarias, unos pocos magos seleccionados pueden evolucionar más allá del destino fijado por sus estrellas natales (Crédito: Kenomitian).
Ecos del mundo real
Observadores comparan el sistema del Horóscopo con debates terrenales sobre genética, estratificación social y filtros educativos. Igual que la percepción del talento innato suele determinar escolarización y carrera, el determinismo astrológico de Kenoma amenaza con fosilizar la desigualdad. Los críticos advierten que refuerza el fatalismo, socavando la innovación y el crecimiento personal.
«Cuando dices a una criatura que está destinada a la mediocridad, raramente la supera», dijo Kirijima. «La astrología es poderosa porque creemos en ella. Sus cadenas son tan reales como las hacemos».
Discriminación y coerción
El Horóscopo también ha sido arma jurídica. En algunas provincias gaotianas, néfilim del Sol Negro son ejecutados al nacer, por considerar sus signos de eclipse demasiado peligrosos. En Glycon, Archimagos de origen plebeyo pueden ser esclavizados mediante condicionamiento mágico, todo ello justificado por su “destino natural”. Estas prácticas beben del determinismo astrológico, legitimando la opresión bajo el disfraz de orden cósmico.
En las muestras más siniestras de determinismo astrológico, Archimagos de origen plebeyo son esclavizados mediante condicionamiento mágico, justificado por su “destino natural” (Crédito: Kenomitian).
El papel de los signos en la vida cotidiana
En Miyako, los mercados bullen con parafernalia del Horóscopo: amuletos para Piromantes de Lepus, rollos adivinatorios para Nigromantes de Theletus, baratijas encantadas para quienes son de la Fragua. Incluso los tratos cotidianos están coloreados por expectativas estelares: empleadores contratan según el signo; matrimonios se conciertan por compatibilidad; los gremios aceptan aprendices por alineamiento.
«La astrología es la burocracia invisible del imperio», dijo un taumaturgo. «Asigna a las personas antes de que aprendan a hablar».
Hacia un futuro incierto
El Horóscopo perdura porque está hondamente tejido en la cultura kenomita, su autoridad santificada por la tradición y reforzada por la fe. Pero voces como la de Satoru Kirijima cuestionan que el destino deba regir cada vida. Las propuestas de reforma van desde ampliar el acceso a la Scholomance hasta prohibir la contratación basada en el Horóscopo.
La resistencia, sin embargo, es fuerte. Cuestionar a las estrellas es cuestionar al propio Abraxas. Para muchos en el Imperio Gaotiano, tal duda linda con la herejía.
Mientras el cielo nocturno sigue brillando con trece constelaciones, Kenoma debe lidiar con una paradoja: ¿las estrellas revelan quiénes somos o nos convierten en ello?
Por ahora, Miyako vive suspendida entre la reverencia y la duda: su gente mira los cielos sin saber si contempla guías del destino o espejos de su propia creencia.
Notas extraídas del Compendio Kenomita
[1] Scholomance: la institución académica más importante de Kenoma, dirigida por Avatares Supernos. Funciona como una escuela secundaria exclusiva, combinando pedagogía y taumaturgia, y cuenta con campus en todo el mundo y más allá.
Un vistazo al Qimranut, el Instituto Moderno de Ciencia y Tecnomagia, una de las facultades de la Scholomance. Ubicado en una colonia submarina en las posesiones oceánicas de la Atlántida, con arquitectura biopunk e iaoi. Su Rector es Solomon III (Crédito: Kenomitian).
