25 de Uriel de 1790 — Frente a Zu-Vendis, enjambres de esquifes izan banderas piratas y estandartes de culto. Las tripulaciones hablan de rescates con entregas de efectivo, cascos incendiados y cautivos que regresan… cambiados. Las autoridades insisten en que «lo tienen controlado». La costa huele a diésel, salitre y miedo. La República Democrática de Ikisat [1] gobierna el Boqortooyo de Zu-Vendis a través de una dictadura militar que pugna por contener a señores de la guerra, cultos, reinos vestigiales y ejércitos nigrománticos—mientras permite que las megacorporaciones establezcan enclaves extraterritoriales. Esa mezcla deja el derecho marítimo lleno de agujeros.
Esquifes piratas y sectarios patrullan la costa de Zu-Vendis; sus estandartes raídos auguran una nueva y sombría realidad para los marineros (Crédito: Kenomitian).
Los supervivientes describen flotillas piratas que se autodenominan Cohortes Asanbosam y blandan los dones de la progenie de Shâchath. Zarpan de buques nodriza en esquifes veloces, apresan a las tripulaciones y exigen rescates con entregas de efectivo por helicóptero. Los cascos que no acatan son incendiados durante «adjudicaciones rituales», dicen testigos. Las acusaciones apuntan a un patronazgo Diabólico superpuesto: la Mastema de Belcebú, los Shedim de Belial y los Shārāp Me’ōpêp de Moloch.
Las Manadas Asanbosam, blandiendo dones profanos, se precipitan desde sus naves nodrizas en una cacería depredadora de nuevas víctimas frente a Zu-Vendis (Crédito: Kenomitian).
Las cofradías pesqueras han recortado salidas y evitan el crepúsculo. Muchas dhows navegan sin seguro tras dispararse las primas por riesgo de guerra, mientras embarcaciones de contrabandistas escoltan convoyes en la sombra a cambio de una tarifa. Los boletines portuarios recomiendan protocolos de manejo de cadáveres en caso de ocupación por Mastema y advierten contra aceptar marineros «rescatados» sin cuarentena, dada la mímesis de los Shedim. Magos de resguardo venden deflectores de Piromancia y talismanes comehumo para contrarrestar los presuntos ataques de los Shārāp; estos resguardos son plausibles bajo Piromancia Blanca y Verde, que protege contra fuego, ceniza y lava. La eficacia varía según el lanzador y el presupuesto.
Magos de sellos ofrecen sus resguardos de Piromancia y amuletos comehumo como defensa desesperada ante los rumoreados ataques de los Shārāp (Crédito: Kenomitian).
Ikisat reconoce la extraterritorialidad megacorporativa, permitiendo que varias corporaciones gestionen puertos y policía con sus propios estatutos. Los vacíos de ejecución a lo largo de esas costuras jurisdiccionales son el coto de caza de las Cohortes. En todo Kenoma hay dieciocho megacorporaciones extraterritoriales, varias con sede en Ikisat. Sus huellas superpuestas invitan a «auxiliares» a hacerse pasar por guardacostas del pueblo mientras practican una economía del rescate. Esa estructura—no una conspiración única—es la que da forma a estas aguas. Un nombre se repite en los susurros de los muelles: Mendes International. El canon sitúa su sede en Ikisat y afirma que sus gobernantes secretos son los Consortes del Toro de Fuego. No hemos visto documentos que vinculen las operaciones de Mendes con las Cohortes; las autoridades dicen que están «revisando las denuncias».
«No salimos después de la segunda campanada», dice Hawa, patrona de redes de Lakhad. «Un esquife vino como dientes. Se llevaron a mi primo. El hombre que volvió llevaba su cara… mal.»
Marinero traumatizado relata la captura de su primo, que regresó con un rostro “incorrecto”: una escalofriante muestra de la mímesis de los Shedim (Crédito: Kenomitian).
El portavoz de la Seguridad Costera de Ikisat, el teniente Chala, sostiene que el Estado es «dominante a nivel operacional» y culpa a «arrastreros ilegales extranjeros» de «crear caos y falsas banderas».
Una capellana Putresciente en Wainaba, que habla bajo condición de anonimato, admite que las clínicas parroquiales están «por encima de su capacidad» con traumatismos por mordeduras y quemaduras. «La podredumbre rara vez es solo podredumbre», afirma.
La capellana Putresciente en Wainaba admite que las clínicas parroquiales están desbordadas, testimonio de las mordeduras y quemaduras brutales infligidas por las Manadas Asanbosam (Crédito: Kenomitian).
Un clérigo Táureo niega la implicación de los Consortes. «El fuego purifica. La piratería contamina.» Tilda de «exageraciones profanas» los informes sobre apariciones de Shārāp.
El farero K’Dolo lleva la cuenta: «Les gusta el tiempo. Los chubascos cubren la persecución. Los cascos brillantes caen los primeros.»
Ikisat ha decretado toques de queda en varias poblaciones litorales y ha anunciado patrullas conjuntas allí donde las aguas con carta corporativa se encuentran con los carriles nacionales. Los funcionarios también han solicitado apoyo a las Fuerzas Internacionales de Policía y han señalado incidentes relacionados con nigromancia a los Cazadores de No-Muertos Tartaruchi. Ninguna de las organizaciones ha confirmado despliegues. Las autoridades religiosas prometen «indagaciones internas». Ninguna ha ofrecido cifras de bajas.
Las aseguradoras están reevaluando la cobertura en los accesos al golfo. Los gremios de magos de resguardo instan a establecer protocolos estandarizados de Piromancia y exorcismo a bordo de todas las embarcaciones costeras, además de formación contra la infiltración mimética. La costa de Ikisat sigue inquieta. Entre el Estado, las corporaciones y los cultos, los marineros corrientes están pagando la factura—un rescate, un casco quemado y un tripulante desaparecido cada vez.
«La mirada digital», escalofriante escena que captura las operaciones silenciosas y misteriosas de la secta pirata bajo la apariencia de vigilancia corporativa
Notas extraídas del Compendio Kenomita
[1] República Democrática del Ikisat: dictadura militar que abarca un vasto y Afrofuturista estado, el cual gobierna con mano de hierro. Constantemente lidia con salvajes tribus, guerrillas, cultos, terroristas, reinos vestigiales, hordas Nigrománticas y activistas prodemocráticos que “pecan de rebeldes”; al tiempo que enclaves megacorporativos operan impunemente.
Instantánea de la República Democrática del Ikisat (Crédito: Kenomitian).
