Epithymia, Provincias Unidas de Termagante, 26 de Cebrai de 1890 . En el reino matriarcal —de estética Raygun Gothic— de las Provincias Unidas de Termagante [1], el estatus se lleva bajo la piel. Un nuevo catálogo gubernamental —seleccionado a partir del Carapax Journal of Advanced Biomedical Engineering— detalla el último conjunto de aumentaciones biológicas, cirugías estéticas y prótesis ceremoniales obligatorias para las funcionarias termagantinas. Cada dispositivo sirve a la vez a la función y a la doctrina: perfeccionar el cuerpo femenino como emblema vivo de fe, tecnología y control.
Los Protocolos de Bioware mandatan la transformación: perfeccionar la forma femenina hasta convertirla en un emblema vivo de fe, tecnología y control (Crédito: Kenomitian).
Para las mujeres que gobiernan Termagante, la modificación corporal no es un lujo, sino una expectativa legal. Desde el reinado de las Graphielim, la tríada rectora de las Provincias, el servicio oficial exige cumplir los Protocolos de Bioware: normas que regulan cómo debe alterarse el cuerpo de la élite para reflejar piedad y productividad.
La publicación del catálogo coincide con una reforma en el Ministerio de Estética Pública, que ahora clasifica cada modificación por sanción teológica y rango político. Una dermis dorada, un pulmón mecánico, un tocado susurrante: todo son signos de lealtad a los cultos entrelazados de la tecnología y la magia que sostienen el Estado termagantino.
La arquitectura interna del poder
El cimiento de la transformación oficial es el bioware: sistemas vivos cultivados dentro del cuerpo para potenciar la resistencia, la cognición o el rendimiento metafísico. A diferencia del tosco cyberware de colonias extramundanas, el bioware termagantino consume alimento, se repara solo y respira fe.
El Conjunto de Simbiontes Optimizado por Yig sigue siendo un estándar entre funcionarias y militares. Sus pulmones reingenierizados albergan organismos simbióticos capaces de filtrar contaminantes y reponer la vitalidad durante las largas horas de labor burocrática. El procedimiento, costoso, marca devoción a Yig, Dios de la Vida, y significa la disposición de la portadora a soportar dolor en pos del progreso.
Conjunto de Simbiontes Optimizado por Yig: pulmones re-ingenierizados albergan vida simbiótica, reponiendo la vitalidad de las funcionarias durante largas jornadas burocráticas (Crédito: Kenomitian).
Aún más prestigiosa es la Matriz de Baterías de Ch’i, un reservorio orgánico de maná que convierte energía metabólica en carga mágica. Reservada a las Partzufim —las magócratas supremas del Estado— simboliza a la vez el trabajo piadoso y la primacía técnica. Su funcionamiento requiere rediseñar por completo el aparato digestivo, permitiendo a la funcionaria alimentarse directamente de la corriente divina.
Juntas, estas aumentaciones convierten a las administradoras en dínamos bioenergéticos: su aguante y su artesanía mágica, prueba del favor divino.
Si la resistencia prueba devoción, la belleza proclama dominio. Las Mejoras Hedonai, sancionadas por la Hermandad Amazónica de Shub-Niggurath, funden sexualidad y autoridad. El Kit Hermophromorph Aumentado —favorito de la élite social— permite la morfogénesis de doble sexo, generando auras feromonales complejas capaces de provocar admiración o sumisión. A ojos foráneos puede parecer un derroche decadente; a la mirada termagantina, son actos de gobierno. El deseo es razón de Estado; la capacidad de inspirar asombro, un instrumento político. La escritura de la Hermandad define la belleza como virtud armada, un medio para imponer la voluntad matriarcal con gracia y con esplendor.
El deseo es razón de Estado. Los Mejoramientos Hedonai fusionan sexualidad y autoridad, generando auras que imponen admiración y sumisión (Crédito: Kenomitian).
«Toda superficie es sagrada», escribe la Alta Magistra Velshara del Ministerio. «Nuestra carne es el medio con el que el Estado comunica la perfección».
La máscara dorada del cargo
Más allá de los sistemas internos se halla la fachada: el rostro diseñado que trata con el público. Mediante fenogingeniería y plastocirugía, las ciudadanas de alto rango devienen una subespecie de élite concebida para la excelencia ceremonial y administrativa.
El Injerto Plásmico de Piel Dorada sigue siendo el símbolo supremo de ascensión. Sustituye la epidermis por una membrana porosa de tono áureo, capaz de respirar e intercambiar datos. Quien se somete emerge casi irreconocible: radiante, sin rostro y a prueba de enfermedad. Una variante menor —aunque venerada—, la Forma Argéntea de Argos, recubre la piel con aleaciones nanobióticas reflectantes, esculpiendo a la portadora como una estatua viviente. Las funcionarias que adoptan este aspecto proyectan imparcialidad; sus rasgos inmutables encarnan la neutralidad burocrática.
En ambos casos, la belleza deja de ser subjetiva: se legisla, se mide en capas de tejido diseñado y en el matiz de la luz reflejada.
El símbolo definitivo de ascensión: el Injerto de Piel Dorada Plásmica sustituye la epidermis por una membrana porosa, dorada—radiante, sin rostro e inmortalizada (Crédito: Kenomitian).
Sensación y disciplina
La fe en Xexanoth, Titán de la Sensación, guía otra rama de modificación: las Alteraciones Xanáticas. Sustituyen nervios comunes por racimos hiperreactivos que traducen el dolor en éxtasis y la concentración en trance. Quienes las practican describen la experiencia como «oír pensar al cuerpo». Antes tildadas de exceso hedonista, se han vuelto centrales en la formación de agentes de inteligencia y enviados espirituales. Al dominar sus bucles sensoriales, las adeptas xanáticas aseguran acceder a visiones precognitivas y a un control empático reforzado. El Ministerio financia discretamente estos procedimientos, señalando su eficacia en negociación diplomática y contención mágica.
Las Alteraciones Xanathic traducen el dolor en éxtasis y la concentración en trance. Sus practicantes afirman acceder a visiones precognitivas “oyendo pensar al cuerpo” (Crédito: Kenomitian).
Máscaras, tocados y sistemas de exhibición
La apariencia completa la transformación. Toda funcionaria —de enviada provincial a gobernadora Partzufim— debe llevar tocados y máscaras ceremoniales: dispositivos que a la vez son redes de comunicaciones y resguardos defensivos.
Destaca el Velo de Datos Ercap, una malla de biofilamentos semejante a seda de araña dorada. Conectado directamente a la Noosfera de la portadora, permite acceder de forma simultánea a miles de líneas temporales, ofreciendo actualizaciones instantáneas sobre eventos políticos y mágicos. El velo palpita con una luz eléctrica tenue: signo visible del ancho de banda divino de su dueña.
Como complemento, la Máscara de Percepción Fenestra integra zarcillos sensoriales que alimentan datos mágicos en vivo a los nervios ópticos y auditivos. Con ella, las altas funcionarias perciben entidades invisibles, siguen corrientes de maná e identifican mentiras mediante microvibraciones del aire. En los altos consejos termagantinos, ver así es tanto armadura como etiqueta.
Por último, la Máscara Escénica Cxaxita, derivada del Culto de la Cueva, combina ingeniería nigromántica y teatro de Estado. Forjada con maquinaria orgánica, cada máscara expresa un afecto —pena, ira, serenidad— que se cree influye en el timbre mágico de la usuaria. En el ordenamiento jurídico, donde la nigromancia está permitida bajo estrictos códigos hereditarios, estas máscaras funcionan a la vez como foco y como rostro, uniendo a vivos y muertos en el deber administrativo.
El Velo de Datos Ercap conecta a la usuaria con la Noosfera, permitiendo el acceso simultáneo a miles de líneas temporales: un signo visible de ancho de banda divino (Crédito: Kenomitian).
Síntesis de magia y tecnología
Lo que unifica todas estas modificaciones es la convicción termagantina de que ciencia y hechicería son sustancias continuas. Los laboratorios hacen de templos; los cirujanos, de sacerdotes-técnicos. Las creaciones de los tecnomantes del Estado se llaman biocircuitería: lógica viva que canaliza corriente e incantación. Esta síntesis culmina en la Red Noosférica, una conciencia distribuida que enlaza a las funcionarias modificadas a través de sus tocados. La información fluye telepáticamente entre ministerios, cifrada por cantos rituales. Las decisiones se toman de forma colectiva, instantánea y sin debate: un coro tecnocrático guiado por la señal divina.
Sus valedores la celebran como triunfo del orden ilustrado. Sus críticas —escasas y efímeras— advierten que diluye la individualidad bajo capas de burocracia biológica.
Consecuencias y continuidad
Desde la publicación del nuevo catálogo, las clínicas de Epithymia registran un auge de transformaciones electivas. Las listas de espera para fenogingenieros certificados se alargan meses; el bioware clandestino de cultos no autorizados inunda los bazares. Corren rumores de simbiontes falsificados que susurran a sus anfitrionas o reescriben su ADN para imitar castas prohibidas.
El Ministerio permanece imperturbable. En sus comunicados reitera que la perfección corporal es fundamento de la virtud cívica. «Toda mujer termagantina es un instrumento del Estado», proclamaron las Graphielim en su último discurso. «Su diseño debe reflejar la geometría divina del poder».
Para las colonias exteriores, las funcionarias doradas de Termagant son a la vez maravilla y advertencia: una sociedad donde la línea entre ser y artefacto se ha disuelto en esplendor biotecnológico.
El cuerpo como Imperio
La Piel Dorada del Poder es más que un informe de modas: es una revelación ideológica. Al unir carne con fe y circuitería, las Provincias Unidas de Termagant han literalizado su filosofía: que gobernar es anatomía, y que la obediencia está codificada en la fibra muscular.
Cada funcionaria aumentada deviene nodo de la máquina viva del Estado: una encarnación radiante y autorreparable de la autoridad.
Notas extraídas del Compendio Kenomita
[1] Provincias Unidas de Termagante: matriarcado Raygun Gothic ubicado al este del Mar de Zoë (en el sudeste Sigenio), y gobernado por tres misteriosas féminas conocidas solo como las Moiras, quienes imponen el uso de máscaras/sombreros/cirugía plástica/modificaciones biológicas a sus burócratas y gobernadoras femeninas; y promueven el tatuado de los hombres según su papel en la sociedad. Oprime y/o esclaviza a su población masculina (tratando a los “hombres libres” como ciudadanos de segunda categoría), y constantemente tiene que lidiar con rebeliones igualitarias/misóginas.
Instantánea de las Provincias Unidas de Termagante: (Crédito: Kenomitian).







