2 de Sandalfón de 1790 — En Miyako, la antigua capital del Imperio Gaotu [1], cinco órdenes distintas de místicos, teólogos y eruditos del ocultismo se reunieron para una conferencia interconfesional histórica. El evento, aclamado como «El Yunque de Obsidiana», buscó afrontar la brecha perenne entre Magia y Charismata, convocando a tradiciones separadas desde hace mucho por la dogmática, el gobierno y la orientación metafísica.
El histórico congreso “Yunque de Obsidiana” comienza en Miyako, reuniendo a cinco órdenes dispares de místicos y teólogos para forjar una senda unificada para la Magia y los Charismata bajo la mirada del Imperio Gaotiano (Crédito: Kenomitian).
Miyako, Sede Pontificia de Kannagara-no-michi y centro simbólico del culto a Bokrug, ha sido durante siglos tanto santuario como laboratorio del pensamiento arcano. Acoger esta convergencia situó al Imperio Gaotu en el cruce de la indagación teológica y la responsabilidad arcana, reafirmando su condición de custodio tanto del progreso tecnológico como del espiritual.
La conferencia se enmarcó como esencial para la «salud espiritual» del imperio, una nación cuya constitución vincula a los ciudadanos no solo por la ley, sino por la responsabilidad metafísica. Al reunir a grupos diversos—matademonios, místicos, nigromantes, teólogos y académicos—el encuentro subrayó la necesidad apremiante de codificar la coexistencia entre la voluntad theria (Magia) y el don Altonato (Charismata).
El Imperio Gaotu es célebre por su gobernanza singular: nobles, sacerdotes, oficiales y propietarios votan a cara descubierta. Dentro de este equilibrio cuidadosamente administrado, el estatus legal de la práctica sobrenatural está igualmente codificado. Los magos se clasifican según el sistema Pardes—del novicio Peshat al trascendente Partzufim—con estrictos requisitos de registro y supervisión. Los Néfilim, portadores natos de Charismata, viven bajo una regulación adicional: sus poderes son a la vez tesoro y motivo de recelo.
Sobre este telón de fondo de control estructurado se desarrolló la conferencia. Los organizadores describieron la cita como una «forja», donde el mineral en bruto de la tradición y la innovación se martillaría bajo la mirada vigilante del Imperio para modelar un futuro arcano duradero.
Órdenes asistentes: los pilares del yunque
La conferencia congregó a cinco organizaciones, cada una con una perspectiva propia.
Los Zuijin, sacerdotes guerreros imbricados en tradiciones samurái, llevan largo tiempo empeñados en la erradicación de fuerzas demoníacas. Su enfoque funde la Kinetomancia—manipulación del movimiento—con bendiciones que afilan sus espadas contra entidades diabólicas.
Los sacerdotes guerreros de los Zuijin demuestran la fusión de la Kinetomancia con sus tradiciones samurái, un poder disciplinado indispensable en sus batallas contra los depredadores Daityas (Crédito: Kenomitian).
Los Ōnyūdō, una secta kaeerista de místicos, abrazan el transhumanismo a través de la filosofía tsathogguana, hallando resonancia sagrada en la imaginería de invertebrados descendientes de la sangre de Yig. Encarnan una síntesis de meditación, disciplina marcial y teología ciber-trascendentalista.
Los místicos Ōnyūdō, desde una teología ciber-trascendentalista, exponen su visión de trascender la forma mortal: un acto de piedad que funde la herencia divina de Yig con maquinaria de alta tecnología (Crédito: Kenomitian)
La Fraternidad Kudan acudió como teología de Onmyōdō, defensores de la salud metafísica nacional. Integran Correspondencia, Telegnosis y Logomancia para monitorizar y recalibrar el bienestar espiritual, siempre con las bendiciones de Bokrug guiando sus augurios.
La Academia Kotobuki, red de instituciones ocultas, aportó la gravedad académica. Su investigación tiende puentes entre taumaturgia y tecnomagia, anudando el ritual tradicional, la innovación tecnológica y los marcos éticos consagrados en los tratados internacionales de Gaotu.
Por último, los Sōjōbō, nigromantes ascetas devotos del sokushinbutsu, representaron la voz más austera del debate. Sus prácticas rozan el umbral de la muerte, convirtiendo el sacrificio corporal en combustible para una comprensión más honda del alma y el espíritu.
Debates en la conferencia. Magia y Charismata: caminos divergentes
El eje de las discusiones fue la distinción entre Magia—nacida del maná y de la manipulación disciplinada del éter del alma—y Charismata, dones divinos arraigados en el Prósopon, la gracia de Titanes, Deidades o Diablos. Mientras la Magia obedece jerarquías rigurosas de aprendizaje y logro, el Charismata irrumpe en la realidad con milagro puro.
El debate nuclear: el flujo disciplinado y jerárquico de la Magia (maná y éter) frente al poder crudo de los Charismata (dones divinos de Titanes, Deidades o Diablos) que interrumpen milagros (Crédito: Kenomitian).
Los Zuijin subrayaron que el Charismata es indispensable en sus batallas contra los Daityas, mientras que la Academia Kotobuki abogó por un marco sistemático que integre el Charismata en los currículos mágicos. Los Sōjōbō, por el contrario, cuestionaron que el fiat divino pueda regularse de veras, advirtiendo de que una dependencia excesiva del Charismata entraña riesgo de servidumbre espiritual.
Autoridad religiosa y salud nacional
La Fraternidad Kudan defendió la tesis de que Magia y Charismata, en conjunto, constituyen un sistema diagnóstico del bienestar del país. El Onmyōdō, apoderado por la bendición divina, podría pronosticar crisis y reorientar energías comunitarias. «Lo nuestro», afirmó un teólogo de la Fraternidad, «es medicina preventiva para el alma de Gaotu».
Los Ōnyūdō plantearon otra inquietud: el cuerpo como vaso. Para ellos, trascender la forma mortal mediante simbolismo invertebrado y práctica cibernética es un acto de piedad que difumina la frontera entre la herencia divina de Yig y el ámbito iluminado de Tsathoggua.
Reverencia y tensión: Fronteras éticas en nigromancia y tecnología
La nigromancia fue un pararrayos durante todo el congreso. Los Sōjōbō insistieron en que la percepción de las almas y el rito de la auto-mummificación son aportes vitales para entender el papel de la mortalidad en la magia. Los estudiosos de Kotobuki les apremiaron sobre la legalidad, recordando la estricta prohibición gaotuana de la zombificación. Los nigromantes replicaron que su énfasis está en el exorcismo y el estudio del alma, no en su violación, y que sus prácticas aportan equilibrio.
La voz más austera, los Sōjōbō, insiste en que el rito extremo del sokushinbutsu —auto-momificación— es vital para comprender el papel de la mortalidad en la búsqueda de la verdad arcana (Crédito: Kenomitian).
La tecnología también espoleó debate. Cibermantes y numinólogos—quienes pilotan mechas cargadas con catalizador—ya encarnan la síntesis entre lo arcano y lo mecánico. Persisten, no obstante, dudas sobre si tales prácticas diluyen o profundizan las tradiciones espirituales. La Academia Kotobuki defendió una ética codificada para la tecno-magia, en eco de las Convenciones de Chazaqiel sobre los Derechos de los Autómatas.
Hacia una doctrina compartida
Aunque subsistieron diferencias, la conferencia alcanzó consenso en la necesidad de continuar la cooperación. Los borradores propuestos sugieren marcos para rituales compartidos, intercambios académicos y co-regulación entre órdenes. Una declaración conjunta reafirmó la adhesión a la Declaración de Zefón sobre Responsabilidad Mágica y Carismática, anclando el esfuerzo de Gaotu en normas éticas de alcance global.
Consecuencias y próximos pasos
El Yunque de Obsidiana no zanjó todas las tensiones—ni podía hacerlo. Su importancia residió en forjar un idioma común para que tradiciones dispares pudieran dialogar. El acero de los Zuijin se encontró con la contemplación de los Ōnyūdō; los augurios de la Fraternidad Kudan con los laboratorios de Kotobuki; el silencio de los Sōjōbō con el zumbido de la innovación cibernética.
Mientras los torii de zinc de Miyako devolvían el brillo del sol otoñal, los delegados partieron con el peso de la labor inconclusa, pero también con una convicción renovada. El Imperio Gaotu, a través de la ley y la fe, ha señalado su compromiso con un futuro integrado en el que Magia y Charismata no solo coexistan, sino que se refuercen activamente.
Para Kenoma, las implicaciones son profundas. Si Gaotu tiene éxito, el Yunque de Obsidiana será recordado no solo como una conferencia, sino como el crisol donde se templó por primera vez el futuro del gobierno espiritual.
A la sombra de los torii de zinc de Miyako, los delegados parten con el peso de una labor inconclusa, sabiendo que el Yunque de Obsidiana se ha convertido en el crisol del gobierno espiritual de Kenoma (Crédito: Kenomitian).







