Edo, Imperio Gaotiano – 12 de Cebrail de 1790 – ¡Pueblo de Kenoma, ha llegado la hora de correr el velo y exponer a las fuerzas invisibles que de verdad manipulan el llamado gobierno “democrático” del Imperio Gaotiano! [1] Aunque los registros oficiales hablan de un sistema capitalista y de un gobierno dirigido por nobles, oficiales militares, sacerdotes y propietarios, la verdad es mucho más siniestra. Vuestros procesos “democráticos” no son más que una ilusión, porque el Imperio Gaotiano, desde la Megalópolis de Edo hasta sus colonias extraterrestres, está en realidad bajo el puño de hierro de miles de sociedades secretas, entre las que destacan los antiquísimos clanes shinobi.
Durante demasiado tiempo, al kenomita de a pie se le ha dado de comer una mentira. La versión oficial pinta una sociedad meritocrática y capitalista en el Imperio Gaotiano, donde el poder reside en manos de cargos electos y figuras influyentes. Sin embargo, los susurros en los rincones oscuros de Edo y las conversaciones a media voz entre colonos del espacio profundo cuentan otra historia: la de manos invisibles guiando el propio destino de una de las potencias más extensas y diversas de Kenoma. Este reportaje pretende arrojar luz sobre las operaciones clandestinas que han moldeado la historia de Gaotu y siguen dictando su futuro, revelando a los verdaderos titiriteros que mueven los hilos desde las sombras.
Tríptico que muestra los vastos, diversos y a menudo peligrosos dominios del Imperio Gaotiano: desde las bulliciosas calles empapadas de neón de la Megalópolis de Edo hasta las yermas colonias extraterrestres de aspecto marciano y las misteriosas ciudades acuáticas sumergidas.
No hablamos de los ninjas idealizados de esas “películas otaku”; hablamos de auténticos guerreros en la sombra, maestros del espionaje y la infiltración, que desde hace siglos tiran de los hilos entre bastidores. Las crónicas sobre los shinobi confirman su papel como operativos encubiertos, expertos en supervivencia, sigilo, venenos y técnicas de asesinato, a sueldo de personajes poderosos para hacer aquello que los más “honorables” rehuían. Sus supuestos poderes —vuelo, invisibilidad, metamorfosis— fueron a menudo rumores que ellos mismos fomentaron para conservar su aura de misterio.
Sigiloso shinobi, un asesino de los legendarios clanes reptilianos, se agazapa bajo la lluvia en una ciudad gaotiana futurista, en claro contraste con el “ninja glorificado” de los medios populares.
El Imperio Gaotiano, entidad que abarca biomas de todo tipo —de metrópolis bulliciosas a remotos puestos extraterrestres, pasando por ciudades acuáticas sumergidas—, opera bajo un barniz de gobernanza democrática. Pero esa estructura —donde solo la élite (nobles, oficiales militares, sacerdotes y grandes propietarios) puede votar— es un humo calculado. Bajo esa fachada, antiguos clanes shinobi mantienen un férreo control, subvirtiendo el sistema capitalista y manipulando los procesos políticos desde hace siglos, asegurando su dominación sobre todos los ámbitos de la vida gaotiana.
El clan Koga: arquitectos de la congelación y el miedo
Lejos de ser simples artistas marciales, se dice que los Koga son seguidores secretos y devotos de Mefistófeles, el Diablo de la Congelación [2], deidad venerada por los “Lacrimosanos” de la religión “Sede de las Lágrimas Heladas”. Ese pacto siniestro les otorgaría dominio sobre el frío y la manipulación psicológica, permitiéndoles imponer control mediante el miedo y la coerción silenciosa. Dentro de esa religión, el folclore y la cultura popular hablan de “Clanes Silenciadores”, clanes shinobi “malignos” que enfatizan la haruspicina —adivinación por las entrañas—. Los Koga emplean rituales lúgubres para guiar sus operaciones en la sombra, tomando decisiones a partir de presagios abyectos. Son los hijos del “General Invierno”, que hielan discretamente la disidencia y consolidan su poder con terror y movimientos calculados que no dejan rastro. Su toque gélido alcanza las más altas esferas del gobierno gaotiano, asegurando que las políticas aprobadas favorezcan su agenda críptica.
Miembros del clan Koga, en su mefistofélica devoción, realizan un ritual de aruspicina, adivinando el futuro y guiando sus operaciones clandestinas mediante viles presagios.
El clan Fūma: la hoja oculta de la nobleza
En el Imperio Gaotiano, se susurra que el clan Fūma sirve como la organización de operaciones negras de la nobleza. Son los ejecutores silenciosos que garantizan que el gobierno “democrático”, donde solo votan nobles, oficiales, sacerdotes y propietarios, permanezca firmemente bajo el control de sus amos de élite. Su pericia radica en lo “invisible”: infiltrarse en departamentos clave, proteger activos cruciales y resolver “problemas hechiceriles” o cualquier amenaza —real o percibida— al poder de sus patronos. Son espías y asesinos definitivos, operando con nombres falsos y credenciales falsificadas para mantener la jerarquía capitalista. Informes de diversas divisiones administrativas hablan de “accidentales” filtraciones de datos que, convenientemente, exponen a rivales políticos, o de “desapariciones inexplicadas” de activistas que ponían en jaque el orden establecido. Los Fūma aseguran la continuidad del poder de unos pocos privilegiados, actuando como una mano invisible de represión.
Operativo del clan Fūma, con los rasgos distintivos del clan ortóptero, se infiltra en una oficina corporativa, usando su pericia en lo “invisible” para manipular datos y eliminar amenazas al poder de la nobleza.
Más Allá de las Palabras Escritas
El clan Iga: amos del inframundo
Conocido históricamente como uno de los lugares donde de veras existieron clanes shinobi en el Kenoma feudal, el clan Iga ha evolucionado hasta convertirse en una fuerza formidable dentro del hampa gaotiana. Se les atribuye la arquitectura de vastas redes de clanes tipo “yakuza”, que manipulan mercados negros, comercio ilegal e incluso el “tráfico de esclavos” citado como negocio central de ciertas megacorporaciones que operan en dominios gaotianos, como Hadit Industries y Asbeel Group. Expertos en asesinato silencioso, controlan la urdimbre misma de la criminalidad para que sirva a su agenda oculta. La presencia histórica de kunoichi (mujeres ninja) dentro de la tradición Iga sugiere un alcance aún más penetrante en todos los niveles de la sociedad, con operativas disfrazadas de doncellas o miko (sacerdotisas) en residencias hostiles para extraer secretos y tejer su oscura red de influencia.
Miembros del clan Iga, una fuerza formidable dentro del hampa, cuentan dinero y planean su siguiente jugada en un callejón oscuro; su control se extiende al comercio ilegal y los mercados negros de todo el Imperio Gaotiano.
Los titiriteros del tablero geopolítico
El alcance de estos clanes trasciende la infiltración: son arquitectos de la propia geopolítica gaotiana. Los Koga, a través de su influencia glacial y sus augurios rituales, orientan despliegues militares y sanciones económicas que estrangulan movimientos de resistencia nacientes en colonias lejanas. Los Fūma, como agentes clandestinos de la nobleza, se aseguran de que los procesos “democráticos” y las fusiones corporativas sirvan a los intereses de sus patrones sombríos, eliminando cualquier amenaza al orden establecido —sea política o mágica—. Entretanto, el dominio Iga sobre el inframundo garantiza un flujo constante de Orgón ilícito, artefactos de contrabando y poblaciones sometidas, alimentando la vasta y compleja red de poder que define al Imperio Gaotiano. Este entramado de operaciones encubiertas, prácticas ocultas y crimen organizado constituye el auténtico basamento de la estabilidad y expansión del imperio, reduciendo al gobierno oficial a poco más que una ilusión cuidadosamente orquestada.
Lo que está en juego
Las implicaciones son profundas. Si estos clanes shinobi ancestrales tienen de veras las riendas del poder, entonces cada elección, cada decisión corporativa y cada maniobra militar del Imperio Gaotiano no es más que una coreografía calculada. La ilusión de autogobierno se desmorona, dejando al descubierto un sistema donde el pueblo es simple peón en un gran juego jugado por amos invisibles. Las investigaciones futuras deben ahondar en la verdadera extensión de este control y en hasta qué punto esta infiltración se reproduce en todos los territorios gaotianos. La aceptación ciega y continuada del proceso “democrático” por parte de los ciudadanos kenomitas no hace sino asentar aún más el poder de estos manipuladores en la sombra. El momento de la lucidez es ahora. Debemos romper las cadenas de la ignorancia y exigir cuentas a quienes de verdad gobiernan.
Escalofriante representación del edificio de gobierno del Imperio Gaotiano, cuya fachada se desmorona para revelar a los verdaderos titiriteros: los sombríos clanes shinobi que manipulan cada elección, decisión y maniobra militar desde las sombras.
Notas extraídas del Compendio Kenomit
[1] Imperio Gaotiano
Instantánea del Imperio Gaotiano (Crédito: Kenomitian). Saber más
[2] Mefistófeles, el Diablo de las Glaciaciones: Mefistófeles de sangre fría, Diablo de la Congelación, Soberano de la Escarcha, Acechador en la Nieve, Muro Blanco, General Invernal, Portador de Granizo y Caminante del Hielo. Comandante de Behemots, capaz de manipular cadáveres congelados. Gobierna en su bastión, el Coloso Invernal, desde una decadente mansión de nieve rosa.
Mefistófeles, el Diablo de las Glaciaciones (Crédito: Kenomitian)







