30 de Cebrail de 1790 – El Sagradísimo Principado de Sofía [1] se ve envuelto en un grave escándalo de salud pública tras un misterioso brote de una enfermedad transmitida por la sangre: el Síndrome del Vampiro Enloquecido (Mad Vamp). Esta aflicción, que parece estar vinculada al consumo de platos a base de sangre, está poniendo en jaque los cimientos mismos de la identidad cultural y religiosa de la nación, desatando una oleada de indignación y un conflicto interno temporal.
Desde hace milenios, la práctica de la hematofagia ha sido piedra angular de la vida en Sofía: un rito sagrado profundamente imbricado en los principios de la religión de Haemus y su denominación hematoteísta. La sangre, venerada como “vida líquida” y canal de energía divina, no es mero sustento, sino un arte culinario complejo, entretejido en la existencia diaria de la diversa población del Principado. Tal hondura cultural es tal que el murciélago vampiro negro —símbolo de esta práctica ancestral— luce en la bandera y el emblema nacionales.
La hematofagia, pilar de la religión de Haemus, es a la vez tradición espiritual y culinaria en Sofía; el emblema nacional —el murciélago vampiro negro— simboliza su importancia (Crédito: Kenomitian).
La demanda de sangre es inmensa y dio lugar al Conglomerado Baloz, una vasta liga de ganaderos de sangre independientes asentados en masas terrestres voladoras dentro de Sofía. Este conglomerado ha sido, desde antiguo, la principal fuente de sangre animal recolectada higiénicamente para las innumerables preparaciones del país, desde la Salchicha Sanguínea hasta la Cuajada de Corazón Radiante. Sus operaciones, sin embargo, han funcionado en gran medida al margen de una estricta supervisión regulatoria por parte de las familias nobles gobernantes y de la teocracia haemiana central, una dinámica ahora cuestionada por un fracaso sanitario catastrófico.
El Conglomerado de Baloz, liga de granjeros de sangre independientes asentados en masas de tierra voladoras, ha abastecido durante mucho tiempo a Sofía, pero su actividad no regulada está ahora en el epicentro de la crisis (Crédito: Kenomitian).
Los primeros informes sobre una nueva y debilitante dolencia —el Síndrome del Vampiro Enloquecido— surgieron en la bullente trama urbana de la capital. Las víctimas presentaban un espectro de síntomas graves: rápido deterioro dental, fiebre abrasadora y una alarmante necrosis de la sangre. El contagio, que se ha mostrado altamente resistente a los remedios arcanos y médicos tradicionales, desbordó con rapidez tanto los ambulatorios locales como los grandes hospitales. Las pesquisas iniciales de los Nosferatu de Haemus, en coordinación con las autoridades médicas del Principado, señalaron muy pronto un nexo común: el consumo de platos sanguíneos. Un análisis ulterior de las muestras afectadas rastreó la contaminación hasta trazas de material radiactivo detectado en sangre proveniente del Conglomerado Baloz.
El brote del “Síndrome del Vampiro Enloquecido” está saturando con rapidez las instalaciones médicas de la capital, con ciudadanos que presentan síntomas necróticos y fiebre abrasadora (Crédito: Kenomitian).
La revelación ha encendido una tormenta de indignación pública y zozobra religiosa. La hematofagia, acto central del culto, se ha visto abruptamente interrumpida, dejando a los fieles sin un componente crítico tanto de su sustento espiritual como físico. Los Príncipes han promulgado una directiva temporal que suspende la mayoría de prácticas hemívoras públicas y aconseja consumir únicamente sustitutos de sangre sancionados y purificados mágicamente. La medida no ha aplacado la furia popular. «Nuestra fe está siendo hambrienta», clamó un ciudadano de la capital en una entrevista callejera ampliamente difundida. «Negarnos la sangre es negarnos la comunión con lo Superno. No es un asunto de dieta; es un asunto de alma». Aunque el sacerdocio haemio respalda la medida, se ha visto asediado por protestas, y los llamamientos a una investigación oficial sobre las prácticas del conglomerado suenan ensordecedores.
La indignación pública crece a medida que la ciudadanía protesta contra la prohibición temporal de las prácticas hemófagas sagradas; “Nuestra fe está siendo hambrienta”, clama un manifestante (Crédito: Kenomitian).
Las familias nobles gobernantes del Principado han respondido con una declaración pública de indignación —por ahora, temporal— dirigida al Conglomerado Baloz. Durante generaciones, la relación entre el poder gobernante y la liga de productores independientes ha sido de conveniencia: una práctica sagrada sostenida por una industria amplia y autorregulada. Ese arreglo, antaño considerado testimonio de la singular síntesis de tradición e iniciativa privada de Sofía, se percibe hoy como una grave vulnerabilidad geopolítica. Un edicto oficial de los Príncipes anunció la suspensión inmediata de todas las operaciones de Baloz a la espera de una investigación integral. El decreto acusó a la liga de «negligencia grave y desdén insensible por la naturaleza sagrada de nuestra sangre vital».
Más Allá de las Palabras Escritas
Un representante de los Príncipes, el lord Valerius, declaró: «La negligencia del Conglomerado Baloz es un ultraje para nuestro pueblo y nuestra fe. El Principado no tolerará esta amenaza a nuestro modo de vida sagrado y exigirá responsabilidades a todos los implicados». En contraste, un portavoz del Conglomerado Baloz emitió una negativa cuidadosamente redactada: «Siempre hemos operado bajo los más altos estándares de nuestro oficio. Nuestros procedimientos son sólidos. Colaboramos plenamente con todas las pesquisas y creemos que el origen de esta aflicción se halla más allá de nuestras granjas». El pulso amenaza con alterar la cadena de suministro alimentario del país, pues, aunque existen fuentes alternativas de sangre, resultan insuficientes para las necesidades de la población.
Lord Valerius, en representación de las familias nobles de Sofía, emite un fuerte decreto contra el Conglomerado de Baloz, calificando su negligencia de “afrenta a nuestro pueblo y a nuestra fe” (Crédito: Kenomitian).
Las secuelas del Síndrome del Vampiro Enloquecido han sido rápidas y multifacéticas. El Principado ha desplegado medidas de emergencia para distribuir infusiones de sangre purificada mágicamente y antitoxinas arcanas en las regiones más afectadas. La confianza pública en el Conglomerado Baloz se ha evaporado, y la presión política sobre las familias nobles para reformar por completo el sistema de producción de sangre es enorme. El sacerdocio haemio, en un gesto sin precedentes, sopesará un giro doctrinal de calado para encarar la crisis, con la posible imposición de rituales de purificación más estrictos para todos los productos a base de sangre. El suceso ha dejado al descubierto un fallo crítico en la estructura social de Sofía: la dependencia de una entidad industrial no regulada para un recurso que es, a la vez, necesidad cotidiana y cordón umbilical espiritual. Las próximas semanas dirán si esta indignación transitoria desemboca en reformas duraderas o si el Principado está condenado a afrontar otra crisis de fe y carne.
A medida que la crisis se agrava, el sacerdocio haemio contempla un giro doctrinal de calado, un movimiento sin precedentes que refleja una crisis de fe y de carne (Crédito: Kenomitian).
Notas extraídas del Compendio Kenomita
[1] Sagradísimo Principado de Sofía: alianza monárquica y pseudoteocrática entre cinco estados Gothic Punk: el Imperio de Lidérc, la República Dinástica de Lubia, Kulshedra Unida, el Reino de Stihi, y la Hegemonía Autocéfala de Lugat, el Banato de Zduhać (colonias extraplanetarias) y la Confederación Dragùa (colonias extra-dimensionales). Su sociedad opera como un culto a la personalidad centrado en la nobleza, y la hematofagia es tan prestigiosa como la enología.
Instantánea del Sagradísimo Principado de Sofía (Crédito: Kenomitian). Saber más







